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lunes, 5 de enero de 2015

No necesitaba escribir.

Es lo que pasa cuando vives un sueño, que no te hace falta cerrar los ojos. Creedme cuando digo que solo su sonrisa hacía desaparecer todo lo demás, su pecho era la mejor almohada y sus latidos la más melodiosa de las canciones de cuna.
¿Que no sería para tanto? Pobrad a perderos en sus ojos y a volver cuerdos de ellos, y entonces diré que no es para tanto, que fui yo la tonta que se dejo llevar por esa sonrisa tierna en aquel mes de agosto, pero, ¿cómo no hacerlo?¿Como no dejar que ese corazón con delgadas piernas te acogiera en él? Es lo más parecido que conozco a un hogar.



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