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sábado, 13 de abril de 2013

Un chupito de vodka negro a la salud de la muerte.

Todo muere. Las personas, las flores, las relaciones, los sueños... Todo se marchita y cae rendido por su propio peso. C'est la vie. Pero a pesar de esta trágica noticia no se debe olvidar que hay mucho más importante que la muerte: las ganas. Esas no mueren, ni se marchitan, ni se desvanecen. Esas curan, y hasta a veces desafían a la vanidosa muerte con antojos como: "¡tengo ganas de morir de amor!" o "¡muero de ganas de matarte a besos!". Y ahí, surge la solución. Aprendemos a ser inmortales con el fácil truco de morir cada día de las ganas de hacer algo que no nos dio tiempo a hacer ayer.


Yo, hoy, muero de ganas.

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